miércoles, 3 de marzo de 2010

8.8

Todos alguna vez en la vida , esperamos mirar de frente situaciones extremas
amamos en cierta forma la adrenalina o en el peor de los casos le tenemos un indesmentible respeto.
Así y todo creo que lo más duro de los momentos con movimientos involuntarios, son los que nos regala la tan amada pero ignorada naturaleza
Que bueno que nos sirva para darnos cuenta que si se movió la tierra , es porque además de no estar ni ahí con la clase social, con el color de piel o con el lugar del mundo que ataque, siempre está presente aunque no la atendamos, al acecho, esperando por llamarnos la atención y decirnos que podemos hacer lo que queramos, podremos querer predecir tantas cosas, pero hay momentos, como los dos minutos y medio de la madrugada del último sábado de febrero , que sencillamente son únicos, y su belleza radica en que es de los pocos lugares a los que no ha llegado el hombre, , esos lugares que quedan un poco más al centro de la tierra.
Son dos minutos y medio de contemplar que todo puede acabarse en un tris, pero después viene el terror y la amargura, los gritos ahogados ( de ahogados) , los muros sobre las plantas de los pies , los niños llorando, los cadáveres que el mar se llevó, las familias enteras, y tambien las que ya no lo están tanto.
Veo tanto dolor, y Dios no sé donde está.
Está en algún lugar, y seguramente debe estar pensando..
- Ahora los quiero ver , como se salvarán de esta?-

Y aquí estamos todos, sin miedo, esperando a partir con lo que sea a mano , con ganas de devolverle a los pueblos la alegría de los niños, la dignidad de una casa, y lo más importante, el amor por su gente.

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